lunes, 18 de mayo de 2009

Otro desalojo violento de Macri

Hoy por la mañana nos encontramos un alarmante mensaje de texto que pedía presentarnos en la Huerta Orgázmika de Caballito para frenar el desalojo. Rápido, montamos una motocicleta y llegamos cuando las topadoras terminaban de devorarse los restos de surcos y vida, mientras otros empleados de la ciudad hacían un cerco con tablas de maderas muertas y por lo menos 50 policías armados los cuidaban.
Los habían desalojado cobardemente, ilegalmente, por la noche, en plena oscuridad como es el modo del gobierno comandado por Mauricio Macri. Cerca de las 6 de la mañana, sin orden judicial ni funcionario de la cartera alguno, la Policía Federal Argentina irrumpió en la huerta dándole paso a las topadoras previamente movilizadas para tal fin; quienes se opusieron fueron golpeados, tanto por uniformados como por agentes de civil sin identificación.
El motivo: una falsa suposición sobre el potencial foco de infección por Dengue en una zona fumigada regularmente y cuando el frío ya se encargo de los mosquitos.
Los hechos: a ciertos vecinos de Caballito les molesta la organización del pueblo por si mismo y la ocupación productiva del espacio publico; un CGP adicto al gobierno PRO en busca de méritos, planea una coartada solo creíble por sus acólitos y emprende con la fuerza pública sobre una construcción popular que lleva 8 años de vida, que enseña a proveerse de alimento a quien se acerque y brinda talleres productivos y artísticos.
Comunicado de la abogada: desalojo de la huerta orgazmika
A las cinco treinta de la mañana el jefe del CGP 6, un tal señor Iambrich, junto a un grupo de infantería de la PFA y agentes uniformados, y topadoras del Gobierno Ciudad Buenos Aires, comenzaron a derrumbar la huerta Orgazmika de Caballito, sin orden judicial y basados únicamente en un informe de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad que informó situación de potencial peligrosidad para la reproducción del mosquito del dengue. Mas allá que la plaza y las vías del tren adyacentes a la huerta son rociadas periódicamente con el veneno (llamado herbicida) Glifosato que mata todo tipo de vida incluso mosquitos y personas.
Sin informes técnicos, y como una vil excusa para aunar la uniformidad de los espacios verdes: el desalojo es ILEGITIMO, ILEGAL Y VIOLENTO, ya que un compañero fue golpeado brutalmente por efectivos de la PFA. No existe titulo alguno en poder del GCBA que autorice el desalojo que no tiene base legal ni legitimidad, no hubo orden administrativa ni judicial para el paso de las topadoras, no hubo presente ningún fiscal ni funcionario judicial que garantice el ilegitimo desalojo.
La huerta Orgazmika nace hace más de siete años, con la idea de construir un espacio de trabajo colectivo y autónomo.
Queremos demostrar y fomentar mediante el quehacer comunitario, la posibilidad de generar espacios verdes y autogestionados en las ciudades, reconstruyendo el saber de los cultivos orgánicos ya sea en espacios públicos o en nuestras casas.
Convocatoria a las 17 horas en rojas y la via
Nos concentramos hoy lunes 18 de mayo a las 17 horas en Rojas y la Vía del tren para tomar medidas contra el desalojo ilegal de la Huerta Orgázmika de Caballito.
Destruyeron la huerta. Neceistamos presencia en Rojas y la Vía del tren urgente
huertaorgazmika@gmail.com 4901-2385 / celular: 1556521519 (está en Rojas y la Vía ahora) Rojas y la vía (Est. Caballito TBA)

viernes, 15 de mayo de 2009

Lo que siempre queremos decir


Bueno, parece que esta semana estamos en sintonia con otros pensadores populares con muuuucha más trayectoria, pluma y cabeza que nosotros.
En este caso nos encontramos, tarde pero seguro, con un escrito de Eduardo Galeano puclicado por Página 12 que nos parecio imperdible para compartir.
Ahi va.

Disculpen la molestia
Por Eduardo Galeano

Quiero compartir algunas preguntas, moscas que me zumban en la cabeza.
¿Es justa la justicia? ¿Está parada sobre sus pies la justicia del mundo al revés?
El zapatista de Irak, el que arrojó los zapatazos contra Bush, fue condenado a tres años de cárcel. ¿No merecía, más bien, una condecoración?
¿Quién es el terrorista? ¿El zapatista o el zapateado? ¿No es culpable de terrorismo el serial killer que mintiendo inventó la guerra de Irak, asesinó a un gentío y legalizó la tortura y mandó aplicarla?
¿Son culpables los pobladores de Atenco, en México, o los indígenas mapuches de Chile, o los kekchíes de Guatemala, o los campesinos sin tierra de Brasil, acusados todos de terrorismo por defender su derecho a la tierra? Si sagrada es la tierra, aunque la ley no lo diga, ¿no son sagrados, también, quienes la defienden?
Según la revista Foreign Policy, Somalia es el lugar más peligroso de todos. Pero, ¿quiénes son los piratas? ¿Los muertos de hambre que asaltan barcos o los especuladores de Wall Street, que llevan años asaltando el mundo y ahora reciben multimillonarias recompensas por sus afanes?
¿Por qué el mundo premia a quienes lo desvalijan?
¿Por qué la justicia es ciega de un solo ojo? Wal Mart, la empresa más poderosa de todas, prohíbe los sindicatos. McDonald’s, también. ¿Por qué estas empresas violan, con delincuente impunidad, la ley internacional? ¿Será porque en el mundo de nuestro tiempo el trabajo vale menos que la basura y menos todavía valen los derechos de los trabajadores?
¿Quiénes son los justos y quiénes los injustos? Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?
¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de “crimen organizado”?
Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles.
Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina tres millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren quince niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?
¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?
¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte? El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.
Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial. Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo? ¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.
En el mundo al revés, dan miedo hasta los más elementales actos de justicia y sentido común. Cuando el presidente Evo Morales inició la refundación de Bolivia, para que este país de mayoría indígena dejara de tener vergüenza de mirarse al espejo, provocó pánico. Este desafío era catastrófico desde el punto de vista del orden racista tradicional, que decía ser el único orden posible: Evo era, traía el caos y la violencia, y por su culpa la unidad nacional iba a estallar, rota en pedazos. Y cuando el presidente ecuatoriano Correa anunció que se negaba a pagar las deudas no legítimas, la noticia produjo terror en el mundo financiero y el Ecuador fue amenazado con terribles castigos, por estar dando tan mal ejemplo. Si las dictaduras militares y los políticos ladrones han sido siempre mimados por la banca internacional, ¿no nos hemos acostumbrado ya a aceptar como fatalidad del destino que el pueblo pague el garrote que lo golpea y la codicia que lo saquea?
Pero, ¿será que han sido divorciados para siempre jamás el sentido común y la justicia?
¿No nacieron para caminar juntos, bien pegaditos, el sentido común y la justicia?
¿No es de sentido común, y también de justicia, ese lema de las feministas que dicen que si nosotros, los machos, quedáramos embarazados, el aborto sería libre? ¿Por qué no se legaliza el derecho al aborto? ¿Será porque entonces dejaría de ser el privilegio de las mujeres que pueden pagarlo y de los médicos que pueden cobrarlo?
Lo mismo ocurre con otro escandaloso caso de negación de la justicia y el sentido común: ¿por qué no se legaliza la droga? ¿Acaso no es, como el aborto, un tema de salud pública? Y el país que más drogadictos contiene, ¿qué autoridad moral tiene para condenar a quienes abastecen su demanda? ¿Y por qué los grandes medios de comunicación, tan consagrados a la guerra contra el flagelo de la droga, jamás dicen que proviene de Afganistán casi toda la heroína que se consume en el mundo? ¿Quién manda en Afganistán? ¿No es ese un país militarmente ocupado por el mesiánico país que se atribuye la misión de salvarnos a todos?
¿Por qué no se legalizan las drogas de una buena vez? ¿No será porque brindan el mejor pretexto para las invasiones militares, además de brindar las más jugosas ganancias a los grandes bancos que en las noches trabajan como lavanderías?
Ahora el mundo está triste porque se venden menos autos. Una de las consecuencias de la crisis mundial es la caída de la próspera industria del automóvil. Si tuviéramos algún resto de sentido común, y alguito de sentido de la justicia ¿no tendríamos que celebrar esa buena noticia? ¿O acaso la disminución de los automóviles no es una buena noticia, desde el punto de vista de la naturaleza, que estará un poquito menos envenenada, y de los peatones, que morirán un poquito menos?
Según Lewis Carroll, la Reina explicó a Alicia cómo funciona la justicia en el país de las maravillas:
–Ahí lo tienes –dijo la Reina–. Está encerrado en la cárcel, cumpliendo su condena; pero el juicio no empezará hasta el próximo miércoles. Y por supuesto, el crimen será cometido al final.
En El Salvador, el arzobispo Oscar Arnulfo Romero comprobó que la justicia, como la serpiente, sólo muerde a los descalzos. El murió a balazos, por denunciar que en su país los descalzos nacían de antemano condenados, por delito de nacimiento.
El resultado de las recientes elecciones en El Salvador, ¿no es de alguna manera un homenaje? ¿Un homenaje al arzobispo Romero y a los miles que como él murieron luchando por una justicia justa en el reino de la injusticia?
A veces terminan mal las historias de la Historia; pero ella, la Historia, no termina. Cuando dice adiós, dice hasta luego.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Compartiendo


En revista Macondo creemos que compartir siempre es bueno. Encontramos esta nota de Rubén Dri y la colgamos en muestro blog por ser la palabra reconocida de un compañero que generalmente habla con las palabras de todos. Que se aproveche!!!

Página 12 - Martes, 12 de Mayo de 2009
El país - Opinión

Plebiscito y proceso golpista
Por Rubén Dri *

Hace unos días, el conocido amante de los golpes Mariano Grondona y el patrón sojero Hugo Biolcati se divertían en la televisión jugando a las adivinanzas sobre el momento en que se produciría el golpe destituyente. El candidato propuesto, que por otra parte ya tiene el gabinete en la sombra, es Julio Cobos. La manera sobradora en la que se expresaron ambos protagonistas es una clara manifestación de la seguridad con la que camina el movimiento golpista (o “destituyente” para no herir oídos delicados). Desde que las patronales del agro se largaron a hacer el agresivo y violento lockout del año pasado, estuvo claro para quien quiso verlo que lo que se pretendía como máxima era la destitución del Gobierno y, como mínima, su debilitamiento. Por ello a Eduardo Buzzi no le importó que el rechazo de la 125 dañase logros para los medianos productores, pues lo que se pretendía era derrotar al Gobierno, debilitarlo para terminar con un Estado que pretende “entrometerse” en los negocios sojeros. Aunque a mentes puristas les incomode, de lo que se trató (y de lo que se sigue tratando ahora, y el próximo plebiscito es parte de ello) es de la lucha entre dos proyectos de país enfrentados. No me gusta hablar de modelos, porque éstos hacen alusión a algo puro, cosa que no se da en ninguno de los dos proyectos. Si bien es cierto que el proyecto expresado por el gobierno de Cristina Fernández presenta contradicciones que lo oscurecen, poseemos algunas claves infalibles para saber si efectivamente se trata de un proyecto nacional y, en consecuencia, con beneficios para el pueblo. Se trata de ver cómo lo tratan Clarín y La Nación, sus voceros más connotados, Mariano Grondona y Joaquín Morales Solá, y los canales de televisión en manos en los grandes monopolios. Pocas veces se han visto en nuestra historia reciente tanto odio, tanta saña, tanta mentira, como la que diariamente nos muestran los grandes medios de comunicación. Da la impresión de que nos encontramos bajo la más feroz dictadura, con el peligro diario de ser asaltados, con la prensa amordazada, aislados del mundo. Una negra dictadura a la que sólo le falta Auschwitz, como dijera la pitonisa chaqueña. A partir del feroz lockout con que las corporaciones agrarias castigaron a la sociedad toda, salió a relucir el accionar de una derecha reaccionaria que supo conquistar un espacio social en proporciones que nunca antes había logrado. Su avance es el dato más peligroso que presenta la actual coyuntura. En un momento en que finalmente en América latina se está respirando un aire de autonomía y de solidaridad en proyectos independentistas y liberadores, esta derecha presenta el peligro mayor. Néstor Kirchner llega a la presidencia por la ventana, sin base social. Con una inteligente lectura de lo que había sucedido en la pueblada del 19-20 diciembre de 2001, rápidamente toma diversas medidas direccionadas a responder a demandas urgentes que habían sido expresadas en dicha pueblada. Es necesario confesar que nadie o muy pocos, si había alguno, sospechaba el giro que su gobierno habría de tomar rápidamente. Recuperación del Estado, saneamiento de la Corte Suprema y del Ejército, derogación de las leyes de impunidad, fortalecimiento de los organismos de derechos humanos, una serie de reestatizaciones como AYSA, Correo Argentino, Aerolíneas Argentinas, fin del negocio de las jubilaciones privadas, creación del Museo de la Memoria y del Archivo Nacional de la Memoria en lo que fuera la ESMA, fortalecimiento de la integración latinoamericana, muerte del ALCA, creación de Unasur y del Banco del Sur, por citar algunas de las acciones del Gobierno que hace que se pueda hablar de un gobierno nacional con medidas en beneficio del pueblo. Para ser efectivamente “popular” se necesita algo más, participación popular, la que es imposible sin la creación de un movimiento popular. Este movimiento existe “en-sí” o en potencia, en la medida en que se encuentra fraccionado, sin posibilidades de constituirse en el actor fundamental de la política del Estado. La política de transversalidad intentada por el Gobierno tuvo magros resultados, en gran parte por no ser una iniciativa que creciera de abajo hacia arriba. Desde los ’60 y ’70 la deficiencia fundamental para una política nacional y popular ha sido la falta de ese movimiento que supo expresarse en momentos críticos como 2001, pero que no pudo cuajar en una organización o estructura en la que se respetasen las divergencias para ser realmente el factor fundamental de poder. En el proyecto del Gobierno hay una profunda contradicción entre la política del Estado que, pese a fallas graves, se orienta hacia la recuperación del Estado con orientación popular en lo interno y latinoamericana en lo externo, y el instrumento político formado por el PJ y sus alianzas. De no resolverse esa contradicción de forma superadora, que sólo puede efectivizarse con la creación del movimiento popular, se resolverá con un retroceso inevitable. Creación del movimiento popular, creación de poder popular, de abajo hacia arriba, es una tarea imprescindible si se pretende que el proyecto nacional sea verdaderamente popular y tenga posibilidades ciertas de producir las profundas transformaciones que requiere el país. Mientras, ¿qué pasa con las próximas elecciones? ¿El movimiento popular debe desentenderse? Para una respuesta, menester es tener en cuenta que las elecciones legislativas a mitad de un período presidencial siempre fueron plebiscitarias, es decir, siempre sirvieron para aprobar o desaprobar la política del Ejecutivo. Cuando se produce una fuerte desaprobación, esto es, una derrota del Ejecutivo, éste ya está muerto aunque todavía pueda durar un tiempo. Así les pasó a Alfonsín y a De la Rúa, quien pretendió desentenderse del problema alegando que él no era candidato. Un triunfo de esta derecha agresiva que ante nada se detiene significará la marcha hacia la destitución soñada y predicada por Grondona, el inicio del retroceso hacia el neoliberalismo y todas sus nefastas recetas, la vuelta del FMI, de las relaciones carnales con el imperio. Los diversos movimientos populares encontrarán los mayores obstáculos para su crecimiento. Uno de los aspectos más negativos que se producirían con el avance de la derecha sería el dar la espalda a la construcción de la Patria Grande Latinoamericana. La Argentina podría tener el triste y nefasto papel de ser tal vez el mayor obstáculo para esta construcción.
* Profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).